RUBÉN RODRIGO. Apóstoles. Tres estudios para una crucifixión
18 Feb - 13 Apr 2021
Rubén Rodrigo (Salamanca, 1980) presenta su segunda exposición individual en la Galería Fernando Pradilla. Apóstoles. Tres estudios para una crucifixión es su proyecto más reciente en el que recurre a esa escenificación emblemática de la crucifixión como temática artística para reflexionar sobre el significado de cambio, transformación y evolución que ella entraña, hallando sus referencias plásticas y conceptuales en la obra de artistas clásicos y contemporáneos como El Greco, Velázquez o Francis Bacon.
El conjunto de lienzos de mediano y gran formato que conforma esta exposición es concebido por el artista como una suerte de diario “cromático-pandémico”, marcado por esas atmósferas pictóricas rebosantes de luz y color que identifican su trabajo. La exposición incluye además una selección de obras de la Serie “Apóstoles” completada por el artista en 2020 y de la que subraya su interés en “el aspecto cósmico del Apostolado, entendiendo el 12 como número astronómico, solar y del tiempo por antonomasia. Un tiempo que nos había sido regalado y robado al mismo tiempo en uso y no-disfrute por una crisis mundial sin precedentes. En estos encierros tan místicos que hemos sufrido con nuestras conexiones particulares con Dios (WIFI) es normal establecer paralelismos con Juan de la Cruz o Teresa de Jesús…”
El nuevo proyecto de Rubén Rodrigo ha contado con las reflexiones del crítico y comisario de arte Carlos Delgado Mayordomo, de cuyo texto para el catálogo de la exposición extraemos estos fragmentos:
[…] Las decisiones estéticas de Rubén Rodrigo están a la búsqueda de nuevos campos de imaginería pictórica. Su discurso no se desliza hacia la hibridación, el exceso conceptual, la seducción de lo abyecto o la retórica del gesto. Al contrario, traza la apertura en el lienzo de una mancha amplia y diluida, sobre la que desarrolla una ponderación de posibilidades: conflictos espaciales, negación de la imagen de origen, tensiones entre orden e inestabilidad y, sobre todo, la animación sensitiva del color. Una pintura que se niega a la plenitud de significados poniendo de relieve las complejidades de la percepción: vistos a distancia, en sus lienzos gravitan planos monocromos que se despliegan, se envuelven y desenvuelven; en la proximidad, las intersecciones de color generan sutiles contrastes y ritmos imprevistos. La identificación referencial, aquella late incluso en la abstracción más radical, queda en suspenso: ¿estamos viendo nubes, velos o formas acuosas? En realidad, vemos la representación de un líquido en movimiento, por medio de un líquido en movimiento. La propia huella de un proceso.
Los trabajos que conforman esta muestra fueron elaborados durante las restricciones por la primera oleada de COVID-19 en Madrid. En conversación, el artista se refiere ellos como «un diario cromático-pandémico», es decir, una reflexión mediada por la duración y la experiencia de marco temporal concreto; este no remite a un discurrir lineal, progresivo y tecnológico, sino a un ritmo inédito, extraño, emotivo, pausado, confinado y reflexivo. Percibimos, respecto a obras anteriores, un ajuste cromático hacia tonos más saturados, oscuros, así como unos contrastes más ácidos y complejos. También existe un giro metodológico importante: el instrumento cultural de la apropiación abstracta le permite sostener un ejercicio interpretativo acerca de diversos capítulos de la tradición pictórica, desde una posición humilde y abierta al constante descubrimiento.
Así, de El Greco le interesa fijarse en aquello que constituye su extravagante rareza: esa constante apelación psíquica al espectador, que Rubén Rodrigo entiende como una cuestión compositiva y de intensidad cromática. Entre sus fidelidades modernas, el expresionismo abstracto americano es una referencia ineludible, como también la pintura (neo)figurativa de Francis Bacon. En el inventario visual que ha forjado esta exposición, Rubén Rodrigo destaca su mirada hacia los fondos del pintor inglés, aquellos donde Deleuze veía una función estructurante y espacializante.
La especulación de Rubén Rodrigo sobre estos autores no tiene como objetivo llegar a saber algo (una norma ideal), sino gestionar un estado de aprendizaje permanente Su propia técnica, que deja a la pintura líquida abrir su propio trayecto gravitacional, le ubica en una búsqueda que no puede ser normativa, sino abierta a la posibilidad y a la imaginación. En su mirada a diversos capítulos de la historia de la pintura, Rubén Rodrigo no plantea una posición crítica o irónica hacia su validez como relato; el asunto es expresar el sentido de una determinada pintura, la lógica implícita por la cual algo se construye como una imagen que arde, el lugar exacto donde aún prenden las cenizas. Tal vez podríamos denominar esa pulsión que el artista busca en la tradición como síntoma: un signo excesivo ajeno a la conciencia, un punto de sutura sobrecargado de sentido. Un lugar donde la pintura expresa algo que solamente ella puede llegar a decir […]. Carlos Delgado Mayordomo
Rubén Rodrigo es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca desde 2004, fecha en la que comenzó a exponer su obra en muestras individuales y colectivas en diferentes ciudades e instituciones españolas como el ya citado DA2 de Salamanca, la Universidad de Granada, la Fundación Antonio Gala de Córdoba y La Fábrica de Madrid, entre otras. En 2020 participó en la feria internacional ZONA MACO (México D.F) presentando un Solo Project en la sección SUR, y unos meses después exponía su obra en la Galería El Museo de Bogotá, su primera exposición individual fuera de España.
Entre los reconocimientos obtenidos por Rubén Rodrigo se encuentran el premio de Propuestas VEGAP 2016 de la XX Convocatoria de Ayudas a la Creación Visual, la beca de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores 2005-2006, el Primer Premio en la VII edición del Premio San Marcos de la Universidad de Bellas Artes de Salamanca, entre otros.